Sólo viento, nada más que eso.
Ningún recuerdo, ninguna imagen. Sólo
viento.
Caminó, o por lo menos lo intentó pero
sus piernas no se movían, seguían en el mismo lugar, sin responder.
-Esta bien, lo acepto.
El viento siguió soplando, llevandosé
sus palabras sin que nadie más las escuchara.
-Ya lo dije, lo acepto.
Levantó la mirada, el blanco le cegaba
los ojos, y no podía ver más allá.
-¿Qué mas quieres? He dicho que lo
acepto. ¡Lo acepto!
El viento movía sus cabellos,
lentamente, sentía como lo despeinaba, lo volvía a peinar, una vez más lo
despeinaba, un movimiento ciclico, como si se reciclara.
-Por favor.
Bajó la mirada y una lágrima trató de
derramarse de su ojo, pero no lo logró.
-Lo acepto, lo acepto, lo acepto…
El susurro se convirtió en un sollozo,
hasta convertirse en viento y silencio.
El blanco dejó de cegarle, pero no
levanto la mirada, se quedo cabizbajo, viendo el suelo, o por lo menos donde
debería de estar el suelo.
El viento seguía soplando, suave,
recorría su cuerpo, pasaba entre sus dedos, movía su cabello.
-No necesito de esto ¿sabes? No
necesito nada, ya no quiero seguir así, no quiero seguir aquí, quiero que esto
acabe, por favor.
El blanco aumento su intensidad, hasta
volverse en un rayo cegador una vez más, tan brillante que era imposible
mantener los ojos abiertos.
-No voy a seguir. No más.
El viento dejo de soplar, pero la luz
seguía siendo tan intensa que no podía abrir los ojos.
-¡No es mi culpa! No es mi culpa…
En ese momento se le quebró la voz,
pero ninguna lagrima recorrió sus mejillas, sollozaba pero le era imposible
llorar.
-Sólo quería ayudar.
El viento soplo de nuevo, ahora más
intenso que antes, sentía como sus brazos se hacían hacía atras, empujados por
la rafaga invisible.
-No quería.
Sentía una presión en el pecho, que le
apretaba y no le dejaba hablar, como si alguien lo estuviera aplastando, y no
lo quisiera dejar ir. No se podía mover, lo intentaba pero no podía.
-Yo sólo…
No pudo terminar la frase, quería
decir algo pero las palabras no salían de su boca, se quedaban en la garganta y
no iban más allá.
Movió la boca pero no pudo hablar, no
pudo decir nada, sólo viento salía de su boca pero no se formaban las palabras.
Respiró y trató de hablar una vez más,
pero obtuvo el mismo resultado.
Quería gritar, moverse, caminar,
sentir, dejar de estar ahí sin poder hacer nada para ayudar, sin poder hacer
nada para cambiar.
Trató de agitar los brazos pero no
podía, como si el viento los mantuviera en su lugar, como si algo los estuviera
sosteniendo pero no empujando, sólo manteniendo donde estaban.
-Ya no puedo, no puedo.
Poco a poco la luz dejó de ser tan
intensa, el blanco que lo rodeaba dejó de brillar y se convirtió en niebla,
blanca pero no densa, simplemente niebla.
-Lo siento.
El viento empezó a hacerse más débil,
pero sus brazos se quedaron en la misma posición.
-Lo siento.
Repitió una vez más, y sintió como una
lágrima rodó por su mejilla. Pero no la limpió, dejó que cayera hasta el suelo.
Cuando la gota cayó se unió a otras
como ella e hizo una onda que recorrió lo que parecía ser agua, usando como
centro el lugar donde había caído.
Sus pies empezaron a tocar lentamente
el agua pero no se mojaron, no se hundieron, se mantuvieron a flote, como si
pudiera caminar en el agua.
-No te preocupes, ya no volverá a
pasar.
Dijo una voz que le sonaba familiar, y
entonces todo se volvió blanco una vez más, pero esta vez, no le dañaba el
brillo.